El problema de qué producir en una economía socialista se resuelve en una escala de prioridades establecida por la autoridad central, de acuerdo a una valorización que dicha autoridad hace de las necesidades individuales y colectivas. De acuerdo con esa escala de prioridades establecida, la autoridad central de planificación procede a formular un plan de producción que sirve de base para que todas las empresas socializadas produzcan aquellos bienes y servicios contemplados en el plan. Además, para cada bien y servicio se fija un precio que sirve de base para que las empresas vendan la producción a los consumidores.
Planificación
El conjunto de precios resultantes conforma, al igual que en una economía capitalista, un sistema de precios. Sin embargo el rol que estos precios juegan es muy distinto en una economía que en otra. En una economía socialista estos precios no juegan ningún papel en la orientación de la producción. Por ejemplo, si por alguna razón, ya sea cambio de los gustos o preferencias de la comunidad, aumenta la demanda por el bien azul. En una economía de mercado esta alteración de la demanda significaría un cambio en el precio, lo cual sería un indicio para que los empresarios aumentaran la producción de ese bien.
En una economía socialista el aumento de la demanda por un bien no significa necesariamente una modificación en su precio. Simplemente la cantidad demandada por dicho bien será mayor que la cantidad producida y la reducción que se observe en los stocks o inventarios mantenidos por las empresas estatales de distribución indicará al órgano central de planificación que es necesario aumentar la producción de ese bien porque no existe o está en un nivel mínimo, se ha producido una discrepancia entre la cantidad que los compradores quieren adquirir de ese bien y la cantidad disponible. (**)
Lo bien o mal que resuelve el problema del qué producir una economía socialista dependerá, desde luego, de la mayor o menor flexibilidad que tenga el sistema de planificación para ir adaptando la estructura de la producción a la estructura de la demanda.
Ciertamente, no todo cambio en la demanda es automáticamente satisfecho por el sistema. pero ello se debe a su propia regla de operación. Si, por ejemplo, existe demanda en el mercado por un bien que a juicio de la autoridad de planificación es superfluo y no deben dedicarse recursos para su producción, simplemente dicho bien no se producirá. (No olvidar lo que debe ser una democracia socialista y el principio de gobierno del centralismo democrático)
Lo que habrá ocurrido es que la libertad de consumo que existe en una economía de mercado y que es un valor ético inherente del sistema, ha sido reemplazado por otro valor ético, cual es el que el interés colectivo puede en un momento dado regir por encima del interés individual.
En una economía socialista las empresas también enfrentarán distintas alternativas de producción determinadas por la tecnología disponible. La experiencia indica que ha habido muchas formas por las cuales se ha tratado de resolver este problema. Pero en términos generales la situación más usual ha sido la siguiente: la Oficina de Planificación o la autoridad del Plan procede a fijar metas de producción a las distintas empresas y conjuntamente con ello les establece la cantidad de recursos que pueden utilizar. En consecuencia las empresas se ven ante la exigencia de cumplir un cierto objetivo y limitadas ante la cantidad de recursos disponibles para poder realizarlo. Estas dos situaciones fuerzan a las empresas a buscar las técnicas de producción más convenientes que impliquen un menor uso de los recursos por unidad de producción.
Además, la autoridad central de planificación generalmente procede a establecer ciertos patrones o normas de consumo de materias primas y otros recursos, por unidad de producción, que deben ser observadas por las empresas. Esto garantiza, por lo menos en teoría, que las empresas hagan uso de los recursos económicos del país en la mejor forma posible.
Progresivamente se está observando en diversos países socialistas una tendencia a abandonar las pautas rígidas de tipo cuantitativo establecidas sobre la producción y a reemplazarlas por métodos más flexibles que están basados en una contabilidad económica de costos y beneficios muy semejantes a los sistemas de valoración que usa una economía de mercado.
En una economía socialista la distribución de los ingresos es mucho más igualitaria que en una economía de mercado. Esto no significa que exista una igualdad absoluta porque prácticamente en todos los países socialistas existen diferencias apreciables en las remuneraciones en los distintos tipos de trabajos. Estas están basadas en las diferencias de productividad de los distintos tipos de trabajo, como asimismo en el diverso grado de dificultad y desagrado o riesgos que tienen ciertos trabajos por lo cual es necesario pagar una prima compensatoria.
La razón por la cual no puede existir una distribución del ingreso igualitaria en una economía socialista, se debe a que cada tipo de trabajo exige esfuerzos diferentes, como asimismo capacitaciones diferentes; el trabajo de un ingeniero no es comparable con el trabajo de un obrero no calificado. En consecuencia, si todos los ingresos fuesen iguales se produciría un gran desestímulo en todos los trabajos que requieren calificaciones especiales o de un esfuerzo productivo mayor y se estaría sobrepremiando a aquellos trabajos relativamente simples o con un menor grado de esfuerzo. En estas circunstancias uno podría esperar un reducción del esfuerzo total que la población estaría dispuesta a realizar en un país socialista. (¿Cómo podemos medir/distribuir el ingreso en función de un trabajo dado y/o de las necesidades de las personas?) (***)
En una economía de mercado la distribución del ingreso está influida en forma importante por la concentración o distribución de la propiedad privada de los medios de producción. En una economía socialista , al no existir propiedad privada de los medios de producción, no se generan ingresos por la propiedad de los recursos. Esto, como norma general, ya que prácticamente en todos los países socialistas existen formas de propiedad privada en algunos sectores de la producción, como el sector agrícola, en el pequeño comercio, y en la pequeña industria. Sin embargo su significación relativa es mínima frente a la producción socializada. (en gran escala).
Además en una economía socialista hay distintas formas de ingresos indirectos que la población percibe a través de beneficios sociales gratuitos. En todo caso las diferencias de ingresos que se observan en los distintos tipos de trabajo no juegan en una economía socialista el papel que juegan en una economía de mercado. En una economía de mercado, por ejemplo, si se incrementa la demanda por expertos en computación, seguramente va a aumentar fuertemente el salario que estos profesionales pueden ganar, lo cual incentivará a que otras personas se dediquen a la realización de trabajos de computación.
En una economía socialista en cambio, si existe una mayor demanda por ese tipo de profesionales las autoridades encargadas de la planificación educacional darán las instrucciones para que las universidades (u otros lugares de estudio) amplíen las matrículas correspondientes y así pueda suplirse el déficit de profesionales que se haya observado. En ningún caso la remuneración de estos profesionales se verá alterada, como ocurriría dentro de una economía de mercado.
Una economía socialista resuelve el problema de como distribuir los ingresos buscando un cierto balance o equilibrio entre la necesidad de establecer diferencias de ingreso que estimulen a la población a entregar las energías necesarias para las tareas productivas, sin llegar a generar diferencias muy apreciables porque ello crearía tensiones semejantes a las que se observan dentro de una economía de mercado.-
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